Cómo aprender de nuestros errores

A veces se gana y a veces se aprende  

Img. de Ulrike Mai

 

“Nunca pierdo: a veces se gana y otras se aprende.” 

                                                                                      Nelson Mandela

Aprender a errar es una habilidad como cualquier otra, es decir, se necesita práctica.  La mayoría de las personas no está preparada para enfrentar el fracaso, aunque fallamos 300 veces antes de lograr 1 victoria.  La diferencia yace en el concepto que tenemos del fracaso y la forma que lo enfrentamos.

Primero que todo, sentirse herida(o) o triste al haber fallado en lograr algo, sin importar que tan importante o insignificante sea, es natural, pero no tiene mucho sentido quedarse lamentando errores del pasado.  En la actualidad se hacen inmensos esfuerzos por no darse el lujo de fallar, pero es una actitud que solo conduce a situaciones de dolor prolongado.

No es fácil haber construido una familia por años y que de pronto una separación o un divorcio hacen que se derrumbe como un castillo de naipes.  O entregarse a un trabajo, sacrificando horarios, tiempo de descanso y de compartir en familia para que de un momento a otro le cancelen el contrato. O estudiar años sin poder obtener el diploma que siente merecido.  No es justo, ¿verdad?

Para tener la voluntad de afrontar el fracaso, aceptarlo y, sobre todo, no quedarse en la negación, echándole la culpa a otros o pasando directamente al siguiente proyecto sin reflexionar a veces requiere más que palabras y sí, la táctica de hablarse a sí misma(o) como a un(a) amigo(a), funciona. Nuestro interlocutor interior nos permite desnudar nuestros sentimientos y hablar con honestidad.  Este es un buen primer paso y sepa que no está sola(o).

 

Pautas para afrontar y superar el fracaso

Enseguida encuentra algunas pautas útiles para superar el dolor del fracaso que le permiten quitar énfasis a esa situación y le ayudan a enfocarse para retomar y continuar su vida,

1. No tiene nada de malo sentirse triste, con rabia y asumir ese sentimiento. No se trata de desahogarse tratando mal a las personas que le rodean. Más bien, si necesita llorar, desahóguese con su almohada para que libere la energía negativa en lugar de reprimirla.

2. El fracaso obliga a detenerse un momento para estudiarse, revisar lo que aconteció y sí, tomar una responsabilidad razonable por su fracaso. Al estudiarse, usted vuelve a su centro, a su vocación, a sus decisiones y a sus comportamientos porque una situación de este tipo nos abre una puerta al interior para enfrentarnos con aspectos de nosotros mismos que a veces no queremos ver.

Según el filosofo francés Charles Pépin[1] “en lugar de ver el fracaso como un momento que deseamos olvidar lo más pronto posible, aprendamos a considerarlo como la oportunidad de tomarnos una pausa en una vida con demasiadas prisas”.
3.  Fracasar es diferente a ser un fracasado. Hay que hacer la diferencia: el hecho de que usted se haya entregado totalmente a un proyecto y no haya salido adelante no quiere decir que hay que achacárselo a su persona. Es claro que se siente mal, incapaz, inútil y más adjetivos, sin embargo, si confundimos a la persona con el proyecto que fracasó estamos cavando el hueco de la culpabilidad, del desprecio de sí mismo en lugar de aprovechar para analizar y aprender de lo que sea que hubiera podido haber fallado.
4.  No sentirse amenazada(o) por el fracaso. En ocasiones el error puede ser tan doloroso que nos da miedo volver a empezar o incluso probar algo nuevo, pero recuerde que es al equivocarse, al meter la pata que se aprende y, en el fondo, es la experiencia de la vida misma. “Una vez que el error aparece ya no depende de nosotros, lo único que depende de nosotros es la forma en que lo afrontamos” decía Nelson Mandela en Las virtudes del fracaso.
Su deseo de superación debe ser mayor que su miedo al fracaso.  Muchas veces esto significa vivir fuera de su zona de confort. Pero cuando usted vuelve a confrontarse con su vocación, sus sueños, esto le puede motivar a dar ese paso a lo desconocido, pero por supuesto, con un plan realista y objetivos claros.
Siga la vida con la esperanza de no fracasar, pero sabiendo que puede fracasar y cuando se enfrente con el fracaso, no deje que controle su vida.

 5.  Inspírese de fracasos que conllevaron al éxito. Todos los científicos se lo pueden corroborar: equivocarse para descubrir una verdad.  Es a través del método de ensayo y error que muchos científicos han hecho sus descubrimientos y aprender sobre las leyes de la naturaleza.

6.  Desarrolle hábitos sanos para mantenerse saludable. Si aún no lo hecho, incorpore un hábito saludable a su vida: salga a caminar, practique ejercicios de respiración, trate de visitar a seres que usted aprecia.  Haga una lista de actividades o hábitos saludables que usted desearía incorporar a su vida y empiece por uno.

7.  Evite adoptar malos hábitos. A veces, al sentir el fracaso algunas personas quieren evadirlo y deciden optar por el alcohol y otras sustancias a manera de retaliación o de consuelo. Pero esta actitud solo va a empeorar las cosas porque entre más hondo quiera llegar, tenga en cuenta que debe pasar por todos estos pasos en el camino de regreso a la recuperación.  Es mejor enfocarse en aprender algo nuevo que le pueda ayudar a sanar de una manera más saludable.

8.  Concéntrese en el siguiente paso (opción B), planee su siguiente movimiento. No se rinda. A veces toca empezar todo de nuevo y a veces, se puede encontrar una viabilidad a lo que falló.  Para ello, están los consejos anteriores, para pensar bien las cosas, si vale la pena intentar ahí de nuevo o mejor invertir su esfuerzo en otro proyecto.

 

El fracaso como prueba para el deseo del corazón

Img. Jefty Matricio

Confrontarse al fracaso nos obliga a volver los ojos a los sueños de nuestro corazón para preguntarnos qué es lo que realmente queremos hacer en la vida.  Hay fracasos que nos motivan a continuar por la misma senda y aquellos que nos dan el impulso a cambiar de objetivo.

Están los fracasos que nos animan a perseverar por el mismo camino y esos que nos dan indicios y, aunque a veces dolorosos, el aliento para cambiar la senda. Están esos que no nos dejan rendirnos, mientras que hay otros que, a la manera de un ensayo frustrado, nos liberan de un deseo forzado o nos disponen hacia cosas nuevas. 

Perseverar o cambiar, son las dos posibles enseñanzas que nos dejan nuestros fracasos.

 

3 técnicas para afrontar mejor el fracaso

Img. de Tumisu

 

  • Escriba para desahogarse. Como dicen, el papel aguanta todo y, en ese sentido, puede imprimir su rabia, frustración, tristeza, así como sus reflexiones y cuestionamientos.  Expresarse de esta manera puede ser útil porque al papel le puede decir lo que a veces no se atreve a confesar a las otras personas y en estas circunstancias es crucial que se exprese de alguna manera.

 

  • Vuelva a lo que usted sabe hacer, eso que sabe que hace bien y le da satisfacción. A veces son cosas simples como cocinar, hacer garabatos en un papel, salir a hacer ejercicio, escribir poemas… o algo en lo que usted siente comodidad y no se le dificulta realizarlo. Esto es como un rito para que usted y su cuerpo recuerden que no es una persona inútil, ni tonta, ni fracasada,  y por el contrario, le dé ánimo sea para continuar o para cambiar de propósito.
  • Dese un día de vacaciones de todo. Esta es una opción para que apague su mente y le quite el énfasis al sentimiento de fracaso. Busque la naturaleza; si tiene mascotas, entreténgase con ellas; si tiene niños o parientes ancianos, pase un rato con ellos que, a veces, la sencillez de su cotidianidad nos puede aliviar y darnos la serenidad que requerimos para afrontar la situación.

 

Referencias:

[1] https://des-livres-pour-changer-de-vie.com/les-vertus-de-lechec/


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