La artritis es un conjunto de enfermedades crónicas que afectan a las articulaciones y otros tejidos conjuntivos. Estas afecciones suelen caracterizarse por hinchazón, dolor articular y rigidez.
Una idea errónea pero muy extendida en torno a la artritis es que sólo afecta a las personas mayores. En realidad, la artritis puede aparecer a cualquier edad. De hecho, en adolescentes se pueden manifestar un amplio rango de síntomas en todo el cuerpo que incluyen, entre otros, erupciones cutáneas, resequedad en los ojos, sensibilidad a la luz, fiebre elevada, hinchazón, enrojecimiento y/o sensibilidad alrededor de las articulaciones, dificultad para moverse tras largos periodos de reposo, diarrea, dificultad para respirar y más. Esto es diagnosticado como artritis juvenil o artritis idiopática. A medida que los chicos crecen, los síntomas pueden desaparecer o se les puede diagnosticar artritis del adulto.
Aunque la osteoartritis suele diagnosticarse en personas mayores de 55 años o en la posmenopausia, cualquiera puede desarrollarla. Y al igual que la osteoartritis, la artritis reumatoide puede desarrollarse a cualquier edad; sin embargo, suele aparecer entre los 30 y los 60 años. En estos dos tipos que suelen ser los más comunes, nos ocuparemos hoy.
Los tipos de artritis más frecuentes
Existen más de 100 enfermedades artríticas, pero las más usuales son la artrosis u osteoartritis (afección degenerativa) y la artritis reumatoide (enfermedad autoinmune).
La Osteoartritis (OA) o Artrosis
La OA se produce cuando el cartílago que recubre las articulaciones se desgasta hasta el punto de que los huesos rozan entre sí. Es una enfermedad degenerativa que empeora con el tiempo y dificulta la realización de las tareas cotidianas.
La artrosis suele diagnosticarse en personas mayores de 55 años o en la menopausia, pero cualquiera puede padecerla y a cualquier edad. Lesiones articulares importantes provocadas por accidentes, lesiones deportivas e incluso el estrés repetido pueden conducir a un diagnóstico de osteoartritis. Tener problemas de salud como diabetes, colesterol alto e incluso trastornos autoinmunitarios también aumentan las probabilidades de padecer OA.
Se cree, sin embargo, que la OA está mal conceptualizada porque nuestro cuerpo se mantiene en un equilibrio constante de degradación y reparación. El problema ocurre cuando la degradación sucede de forma más frecuente que la reparación.
Entre las características que describen a la artrosis están una alteración en la biomecánica postural y de los movimientos corporales. Por ello, no debería considerarse como una enfermedad degenerativa, más bien, nos corresponde encontrar las herramientas de reparación para regenerar esas partes del cuerpo afectadas. Esto se logra al neutralizar y tratar la Inflamación en el organismo, adoptar una nutrición adecuada; abordar los puntos de disfunción mecánica que favorecen una postura errónea y reeducar el cuerpo para recuperar la biomecánica postural; y mejorar la mala circulación a través de la actividad física y el ejercicio.
Artritis reumatoide (AR)
La AR es una enfermedad autoinmune crónica que hace que el sistema inmunitario ataque a todo el organismo. Daña las articulaciones de dedos y manos, pies y dedos de los pies, rodillas, tobillos, muñecas; pero también puede afectar a la piel, los ojos, la boca, los pulmones y el corazón.
Se asume generalmente que la AR es una consecuencia genética y aunque algunas personas en realidad tengan genes que les hace propensos a reacciones inmunológicas, sea por histaminas, anticuerpos, linfocitos B o T, y que pueden fomentar un ataque autoinmune a sus células.
Factores que podrían inducir la aparición de la artritis
Actualmente se desconoce la causa exacta de la artritis; sin embargo, existen algunos factores que podrían aumentar el riesgo de desarrollar artritis a lo largo de la vida.
Género
Nacer mujer tiende a hacerle más susceptible de desarrollar AR debido a la disminución de estrógenos a medida que se envejece. También, las mujeres tienen dos copias del cromosoma X lo que puede aumentar una probabilidad de mutación genética. Si esto sucede en la región del antígeno leucocitario humano de un cromosoma X, el sistema inmunitario de la mujer sería vulnerable.
Por otra parte, las personas de sexo masculino son más susceptibles de desarrollar gota. La gota se produce cuando los cristales de urato se acumulan en la articulación, provocando la inflamación y el dolor intenso que caracteriza un ataque de gota. Los cristales de urato pueden formarse cuando hay niveles elevados de ácido úrico en la sangre. El cuerpo produce ácido úrico cuando descompone las purinas, sustancias que se encuentran de forma natural en el organismo.
Genética
Se cree que si alguno de los miembros de su familia biológica inmediata, como uno de sus padres o hermanos, padece artritis, usted puede tener un mayor riesgo de desarrollar la misma forma de artritis a lo largo de su vida.
La cuestión con los genes es que nosotros, según nuestro estilo de vida (alimentación, actividad física, manejo de estrés, sueño reparador), tenemos la capacidad de “activar” o “desactivar” ciertos genes y es lo que se conoce como EPIGENÉTICA.
De hecho, la epigenética es un campo de estudio que identifica el modo en que su comportamiento y su entorno pueden provocar cambios que afecten al funcionamiento de sus genes. A diferencia de los cambios genéticos (mutaciones), los cambios epigenéticos son reversibles y no modifican la secuencia de bases del ADN, pero pueden cambiar la forma en que el organismo lee una secuencia de ADN.
Si se toma la totalidad de su ADN, el ADN humano como tal, corresponde a un 1%, pero su cuerpo alberga, además, bacterias y microbios quienes poseen su propio ADN que corresponden a 99% de su ADN y que habitan principalmente en su colon y en sus vías respiratorias.
La salud de su colon es extremadamente importante, pues contiene 100 millones de neuronas y es el principal productor de neurotransmisores. Por esta razón se le ha denominado “el segundo cerebro”.
Adicionalmente, el intestino alberga 1 trillón de células inmunológicas, es decir, que la mayoría de su sistema inmunitario, básicamente, se encuentra en el colon. Es lógico pues, considerar que los factores como alimentación, actividad física, manejo de estrés, sueño reparador, principalmente, que, según la epigenética, tienen la capacidad de “activar” y “desactivar” genes, puedan equilibrar o desequilibrar la salud de su intestino.
Función mitocondrial
Aunque se considera que la causa exacta de las enfermedades autoinmunes es desconocida, la ciencia enfatiza en el papel fundamental que tiene la función mitocondrial en el desarrollo y evolución de estas enfermedades.
Resulta que los mismos factores que pueden propiciar la “activación” o “desactivación” de sus genes como alimentación, stress, polución, hasta químicos caseros y fármacos, y que pueden contribuir al incremento de enfermedades autoinmunes, también afectan su función mitocondrial.
Las mitocondrias, a menudo denominadas las “centrales eléctricas de la célula”, desempeñan un papel crucial en la producción de energía y el metabolismo celular. Así mismo, intervienen en la regulación de las respuestas inmunitarias, hasta el punto de que se las ha descrito también como las «centrales de la inmunidad».
Según estudios realizados con investigadores de la Academia china de ciencias médicas, a nivel de orgánulos, las mitocondrias se han revelado como participantes críticos en el inicio y la progresión de múltiples enfermedades autoinmunes. Es por ello por lo que se considera que el mal funcionamiento de las mitocondrias desempeña un papel clave en los problemas del sistema inmunitario. Las mitocondrias dañadas no pueden sustentar importantes moléculas de señalización, como la proteína mitocondrial de señalización antivírica (MAVS). Así mismo, los residuos de las mitocondrias dañadas, como el ADN mitocondrial, pueden desencadenar una inflamación anormal.
En este sentido, cuando las mitocondrias dañadas o sus componentes se liberan en una célula o en la zona circundante, pueden desencadenar una inflamación porque el sistema inmunitario las reconoce como extrañas, como si fueran bacterias u otros patógenos.
¿Cómo es que la disfunción mitocondrial puede estar ligada a la artritis reumatoide (AR)?
Un estudio publicado recientemente ha señalado que el ADN mitocondrial aumenta en el plasma de los pacientes con AR. Este ADN mitocondrial puede actuar como DAMP [molécula asociada a peligro mitocondrial] e inducir o mantener respuestas inflamatorias en la AR.… las mitocondrias de las células T en la AR tienen mecanismos defectuosos de reparación del ADN, lo que se asocia con un bajo consumo de oxígeno mitocondrial y producción de ATP.
Lesiones anteriores y estrés repetido
Si ha sufrido lesiones articulares (suceden a menudo al practicar deportes de contacto), el daño existente puede empeorar con el tiempo, sobre todo, por la alteración en la mecánica del movimiento, deteriorando su postura en una o varias partes del cuerpo.
Obesidad
El sobrepeso supone una carga adicional para las articulaciones de las manos, la columna vertebral, las caderas y las rodillas. Como tal, puede hacer que el cartílago y los tejidos conectivos que rodean la articulación se deterioren más rápidamente con el tiempo. Esto podría conducir a un diagnóstico de Osteoartritis (OA).
¿Tendría su alimentación una relación causal con la Artritis?
Tanto como factor de riesgo como estrategia de tratamiento, la relación entre la dieta y la osteoartritis ha sido un tema de gran interés. Se ha observado que una ingesta baja de determinados nutrientes, como la vitamina D, la vitamina C, la vitamina E, la vitamina K y el magnesio, aumenta el riesgo de progresión de la artrosis o de empeoramiento de los síntomas.
Un estudio publicado en la revista frontiers señaló que la ingesta de muesli (mezcla de cereales que se consume usualmente como desayuno), se asoció negativamente con la artrosis de rodilla, la artrosis de columna y la prótesis total de rodilla. La ingesta de frutos secos tenía una asociación negativa con la osteoartritis de rodilla y la artroplastia total de rodilla.
Por otro lado, el mismo estudio menciona que el consumo de queso puede reducir el riesgo de osteoartritis de rodilla y de columna.
Otro estudio de la biblioteca Wiley mostró que el patrón dietético mediterráneo redujo la progresión de los síntomas de la osteoartritis. Mientras que el patrón dietético occidental (o "Standard American Diet") aumentó la progresión sintomática de la osteoartritis. El aumento del consumo total de fibra redujo la progresión sintomática de la artrosis y el empeoramiento del dolor, pero los efectos de la fibra de cada grupo de alimentos no fueron concluyentes.
Al revisar los estudios más actualizados en cuanto al efecto de la alimentación en la osteoartritis, una alimentación baja en azúcares y en alergenos; elevado consumo de fibra y lácteos procesados puede ayudar a aliviar los síntomas de esta condición.
El protocolo llamado “alimentación antiinflamatoria” además de los alimentos ya mencionados, recomienda optar por alimentos integrales, proteína animal, verduras y algunas grasas saturadas.
En cuanto a la artritis reumatoide (AR), teniendo como base la metodología de asociación genómica que ha generado un sinfín de asociaciones sólidas para una serie de rasgos y enfermedades, se cree que un enfoque epigenético podría efectivamente contrarrestar los factores ambientales desencadenantes de la artritis reumatoide y esto se lleva a cabo abordando los aspectos de dieta, digestión, descanso reparador, ejercicio y manejo del estrés.
Es crucial para cualquier tipo de enfermedad autoinmune y en especial para la artritis, aportarle a su intestino fibras vegetales tanto solubles como insolubles para crear un ciclo saludable de crecimiento y descomposición de bacterias en el colon. Recordemos que la flora intestinal se compone principalmente de un ambiente de bacterias intolerantes al oxígeno, mientras que las bacterias tolerantes al oxígeno que también se encuentran presentes, debe mantenerse en mínima proporción. Por lo tanto, es fundamental apoyar la función mitocondrial y mantener un ambiente intestinal equilibrado.
EJERCICIOS para prevenir, aliviar y mejorar los síntomas de la artritis pero que también, ayudan a equilibrar los otros factores epigenéticos involucrados en el control de la artritis, cualquiera de sus tipos
Según el Colegio Estadounidense de Reumatología, “el ejercicio y la artritis pueden coexistir y deben hacerlo. Las personas con artritis que hacen ejercicios de manera regular tienen menos dolor, más energía, mejor calidad del sueño y mejor función en las tareas diarias”. (artículo)
Esta misma institución enfatiza en que las personas con muchas formas de artritis pueden realizar ejercicios sin riesgos, con regularidad y de la manera adecuada. En estudios a largo plazo, se observó que incluso las personas con artritis inflamatorias, como la artritis reumatoide (RA), pueden beneficiarse de una actividad de intensidad moderada en la que deban soportar su propio peso.
Para los casos de osteoartritis (OA) en rodilla u otro lugar del cuerpo, los programas que combinan el fortalecimiento, el estiramiento y el ejercicio aeróbico reducen los síntomas, mejoran la movilidad y la función articular, aumentan la coordinación y el equilibrio, y controlan el peso corporal.
Los ejercicios recomendados por el Colegio Estadounidense de Reumatología:
Ejercicios d flexibilidad. Los ejercicios de rango de movimiento activo y de estiramiento ayudan a mantener y mejorar la flexibilidad en las articulaciones afectadas y los músculos que la rodean. Esto contribuye a mejorar la postura y la función, y a disminuir el riesgo de lesiones.
Deben realizarse de 5 a 10 repeticiones de los ejercicios de rango de movimiento activo todos los días. Hacer los ejercicios de rango de movimiento por las mañanas ayuda a poner en movimiento las articulaciones. Se recomienda que los ejercicios de estiramiento se realicen de 4 a 5 días a la semana y que cada estiramiento se sostenga durante 10 a 15 segundos.
Entrenamiento de fuerza. A medida que el músculo se fortalece, brinda un mayor soporte a la articulación y ayuda a disminuir la carga y la tensión que se ejerce sobre la articulación adolorida. Los músculos fuertes, además de mejorar la función articular, ayudan a reducir la pérdida ósea asociada a la inactividad, a algunas formas de artritis inflamatorias y al uso de ciertos medicamentos (corticosteroides).
Se recomienda realizar un conjunto de 8 a 10 ejercicios para los grupos musculares principales del cuerpo, de 4 a 5 veces a la semana. La mayoría de las personas debería realizar de 8 a 10 repeticiones de cada ejercicio. Para las personas mayores, puede ser más adecuado hacer entre 10 y 15 repeticiones con menos resistencia. La resistencia o el peso deben tener la intensidad suficiente para trabajar los músculos sin aumentar el dolor.
Ejercicios de resistencia cardiovascular. El ejercicio aeróbico mejora el funcionamiento del corazón, los pulmones y los músculos. En las personas con artritis, este tipo de ejercicios resulta beneficioso para controlar el peso, mejorar el estado de ánimo, el sueño y la salud en general.
Algunas formas seguras de realizar este tipo de ejercicios son las caminatas, el baile aeróbico, la gimnasia acuática, el ciclismo o los ejercicios con equipos, como las bicicletas fijas y las caminadoras de cinta o las elípticas.
Ejercicios de consciencia corporal o propiocepción. Estos ejercicios incorporan actividades para mejorar la postura, el equilibrio, la sensación de la posición de las articulaciones, coordinación y relajación. Y aunque algunas de estas mejoras se obtienen con los tipos de ejercicios ya mencionados, en muchos casos, los problemas en estas áreas requieren ejercicios diferentes. El tai-chí y el yoga son ejemplos de disciplinas que incorporan elementos de la conciencia corporal.
Un diagnóstico de artritis no importa la edad, no debe impedirle vivir su vida plenamente. Saque provecho de esta información, así como del apoyo y ayuda que le pueden brindar su médico, fisioterapeutas y entrenadores en el gimnasio. A medida que mejore su calidad de vida, también lo hará su confianza para reanudar las actividades que le gustan.